Todo lo que realmente necesitaba saber acerca de cómo vivir, qué hacer y cómo ser lo aprendí en el Jardín de Infantes. La sabiduría no estaba en la cima de la montaña de la carrera educativa, sino allí, en el Jardín. Éstas son las cosas que aprendí:
- Juega limpio
- No le pegues a la gente
- Devolvé las cosas de donde las sacaste
- Limpia tu propio enchastre
- No tomes cosas que no son tuyas
- Pedí perdón cuando lastimes a alguien.
- Lavate las manos antes de comer
- Las galletitas con leche te hacen bien.
- Viví una vida balanceada: aprendé y pensá, dibujá y pintá, cantá y bailá, jugá y trabajá un poco todos los días.
- Dormí una siesta todas las tardes.
- Cuando salís al mundo, cuidate del tráfico, tómate de las manos con otros y mantenganse juntos.
- Sé consciente del asombro.
- Acordate de las semillas en el frasco, las raíces van hacia abajo y el tallo hacia arriba, nadie sabe cómo verdaderamente o porqué, pero todos somos así.
- Los peces, los hamsters, las ratitas e incluso las semillas, todos se mueren. Nosotros también.
- Y acordate de tus primeros libros de cuentos y las primeras palabras que te enseñaban.
- Todo lo que necesitaba saber estaba allí en algún lado. La regla de oro, el amor, y la higiene básica. La ecología, la política, la igualdad y la vida sana.
Toma cualquiera de éstos puntos y expresalo con palabras sofisticadas. Ahora aplicalo a tu vida familiar, tu trabajo, a tu gobierno o a tu mundo, y verás cómo se mantiene verdadero, claro y firme.
Imaginate cuanto mejor sería el mundo si todos comieramos galletitas con leche a las tres de la tarde para luego acostarnos a dormir una siesta. O si todos los gobiernos tuvieran como política básica el siempre devolver cada cosa a su lugar y limpiar su propio enchastre.
Y sigue siendo cierto, no importa la edad que tengas, que cuando salís al mundo, lo mejor es tomarte de las manos con otros y mantenerte unido.
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